Durante años
mi búsqueda se ha centrado en encontrar la forma de gestionar las emociones de
forma más consciente y positiva para así poder encontrar paz.
Comprendí que
las experiencias que se presentan necesitan ser vividas, de este modo cumplen
su misión, en su fusión con nosotr@s y nosotr@s con ellas; se produce una
expansión/transformación que es reconocible por nuestra conciencia limitada y
favorece el despertar. Aún así aún no comprendía que de todo ello lo importante
era VIVIR LA EXPERIENCIA.
Me ha costado
darme cuenta, y más aún, disponerme para vivir la experiencia con una mayor calidad
(por pureza sin juicio), especialmente esas vivencias cuya primera impresión es
el dolor por la querencia del ego de cerrarse a vivirlas. Aquellas que destruyen
las ilusiones cuidadas por lo más profundo que hemos sabido descubrir en
nosotr@s y que nos causan tanto daño que, por insignificantes que parezcan, parecen
capaces de destruirnos como un terremoto.
En ese
momento que todo parece caer y nosotr@s mismos/as sentimos que nuestras
creaciones y anhelos se disuelven y nos perdemos irremediablemente en la nada,
ese temor a desaparecer que nubla la razón y nos imposibilita a sentir… Justo
en ese momento es necesario trascender el ego, el miedo y el dolor y avanzar
dispuestos a sentir una fuente de vida imposible de quebrar que nos dará la
fuerza y el conocimiento para poder VIVIRLO TODO. Es ahí donde la sombra de la
muerte desaparece y comenzamos a sentirnos SERES INMORTALES, somos Uno con
Dios.
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Reyes
Lamprea -