lunes, 26 de octubre de 2015

LA REVELACIÓN DEL NAZARENO… UN TROCITO.




El joven intentó prepararse para el interrogatorio, permitiendo a su experiencia divagar en las mil posibilidades que podrían producirse. Sentía que la angustia había comenzado a mellar su determinación; un nudo en el estómago y la boca seca eran las primeras evidencias de ello.

Por desgracia conocía bien el proceso, nunca había sido un niño valiente o arrojado; mientras su hermano sabía plantarle cara al temor él sólo había aprendido a soportarlo. El instinto y la perseverancia eran las únicas armas que Dios le había dado y ninguna de ellas le servía para manejar aquella situación.



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