Nuestro Dios/Diosa.
Mientras estamos encarnados en este plano de existencia llevamos con nosotros nuestra sombra, que se muestra al exponernos a la luz, como sucede con el sol en la calle.
Nuestra Diosa o Dios interno nos acompaña en todo momento.
El ego es un intento de nuestra mente de buscar la perfección en nosotros.
La Diosa o Dios interno actúan a nuestra par pues somos ellos actuando en esta densificación dual.
En nuestras experiencias puede entrar nuestro ego que cataloga como bueno o malo, perfecto o imperfecto e impide a nuestro Dios/diosa trascender la situación.
Si permitimos y comprendemos como natural, sin alejamiento, la presencia de nuestra divinidad toda experiencia es trascendida e integrada insitu.
Desde la mente pareciese que el encuentro con nuestra divinidad se dará en un futuro más o menos próximo. Sólo en momento presente puede aparecer y podemos reconocer nuestro Dios/Diosa pues esa dimensión que somos se halla fuera del tiempo, y sólo al salir del concepto de tiempo podemos experimentarlos.
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