Son grandes los miedos que a veces transitamos los terapeutas con el compromiso de dar lo mejor, de aprender más, de percibir más... Simplemente por que nos importan las personas, porque trabajamos desde el corazón y por que cada persona que viene a trabajar con nosotros nos trae un regalo perfecto y habitualmente inesperado.
Ya habías oído que no es necesario el esfuerzo, incluso lo habías dicho y aún así cuesta que la mente deje de exigir una supuesta perfección. Te sigues esforzando, dirigiendo el trabajo y esperando de las personas un feedback que te ayude con tu inseguridad.
De repente llega el día y ya no te esfuerzas, ya eres más humilde y bendices tanto tu perfección como tu supuesta imperfección, entonces comienzas a saborear la libertad y expresas tu autenticidad, la magia se multiplica, no sólo en tu trabajo si no en todas las cosas de tu vida.
No existe nada más valioso que un corazón que se ama, presente y dispuesto a lo que el otro necesite, aunque no lo comprenda.
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